Hidratar y cuidar nuestros pies es un aspecto muy importante para nuestra salud, al que mucha gente no presta demasiada atención. La importancia de este hábito viene porque es necesario reparar el daño que causamos a nuestros pies en el día a día con los zapatos y al caminar. De esta forma, les proporcionamos hidratación para aportar a la piel de nuestros pies, elasticidad y tersura necesarias para evitar los talones agrietados y pies resecos, que con el tiempo nos puede traer problemas podológicos.
Para el cuidado de nuestros pies, que al fin y al cabo son los pilares de nuestro cuerpo, es muy importante llevar a cabo una serie de hábitos muy sencillos como utilizar un calzado cómodo que no nos haga rozaduras, no nos apriete o nos corte la circulación; lavarlos a conciencia y secarlos muy bien para evitar que la humedad nos produzca hongos, y usar una crema adecuada para nuestros pies, destinada principalmente a la hidratación de esta zona. Esto es muy importante, debemos usar crema para pies, ya que esta zona de nuestro cuerpo tiene una piel 5 veces más gruesa y necesita una hidratación más especial y profunda.
Además, para cuando hemos estado muchas horas caminando o de pie y tenemos los pies cansados, existen cremas para pies cansados. Estas cremas nos irán muy bien para recupéranos de un día duro y ajetreado, y notaremos un alivio instantáneo.
Cuando tenemos de por sí los pies resecos o talones agrietados, es importante tratarlos y repararlos a conciencia para solucionarlo cuanto antes y combatirlo. Para ello es necesario una crema para pies y talones secos y agritados, que sea muy hidratante y utilizarla todos los días después de haber lavado muy bien nuestros pies y secado perfectamente.
Existen también, casos en los que nuestros pies tienen rozaduras o ampollas, a causa de unos zapatos nuevos. Incluso, hay casos en los que, los cambios de temporada y por ende, de calzado pueden provocar pequeñas rozaduras en unos pies delicados. Muchas veces esto pasa porque nuestros pies se han acostumbrado a estar protegidos durante todo el invierno con unos calcetines y un zapato cerrado, y con la nueva temporada se encuentra con un zapato abierto, de primavera o verano, y sin nada que lo proteja de él (medias o calcetines). Ante estos casos lo mejor es lavar y curar muy bien la herida para que no se infecte con el sudor y la suciedad, y para que pueda secar lo antes posible. Además, cuando volvamos a utilizar zapatos, es aconsejable usar apósitos y protectores de ampollas para la zona dañada. Una de las zonas más afectada por estos casos, suelen ser los talones. Por eso, en los cambios de calzado es muy aconsejable tener a mano taloneras que nos protejan de posibles heridas o rozaduras.
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